Por OCHA
Hermanados por lazos históricos y siempre por la senda forjada desde el ayer, hoy nos reencontramos en el camino que yacía invisibilizado por los sucesos acaecidos a raíz de la invasión foránea, que en una operación sistemática por más de 500 años fueron endogenizando individual y colectivamente de la forma más execrable, elementos ajenos a nuestra cultura, socavando nuestro tronco identitario con el objetivo de lograr la funcionalidad de nuestras reales condiciones materiales y subjetivas a los intereses foráneos en una clara imposición que hasta hoy siguen recreándose a través del Estado actual, aparato espurio de herencia colonial impuesto al comienzo a nuestras Confederaciones del Tahuantinsuyo que paulatinamente han ido superponiéndose a nuestras nacionalidades, origen del trauma histórico manifiesto en la estructura económica, política, cultural e ideológica, los que hoy se instrumentalizan para seguir con el proceso de colonización y subjetivamente recrear la sombra del opresor, mecanismo de distorsión proyectada en nuestra personalidad manifiesta en la conducta del pongo retratada magistralmente por nuestro Tayta, orgullo de nuestra Nación Chanka y referente local y mundial: José María Arguedas, en su cuento “El sueño del Pongo”. De igual modo hemos dado respuestas seculares, bajo este mismo signo negativo y colonizado, como fue el movimiento contracultural del Taki Onqoy, impugnación ideológica recreada a través del sincretismo cultural, “Enfermedad del Canto” del que ya tenemos respuesta para su respectiva curación.
Hermanados por lazos históricos y siempre por la senda forjada desde el ayer, hoy nos reencontramos en el camino que yacía invisibilizado por los sucesos acaecidos a raíz de la invasión foránea, que en una operación sistemática por más de 500 años fueron endogenizando individual y colectivamente de la forma más execrable, elementos ajenos a nuestra cultura, socavando nuestro tronco identitario con el objetivo de lograr la funcionalidad de nuestras reales condiciones materiales y subjetivas a los intereses foráneos en una clara imposición que hasta hoy siguen recreándose a través del Estado actual, aparato espurio de herencia colonial impuesto al comienzo a nuestras Confederaciones del Tahuantinsuyo que paulatinamente han ido superponiéndose a nuestras nacionalidades, origen del trauma histórico manifiesto en la estructura económica, política, cultural e ideológica, los que hoy se instrumentalizan para seguir con el proceso de colonización y subjetivamente recrear la sombra del opresor, mecanismo de distorsión proyectada en nuestra personalidad manifiesta en la conducta del pongo retratada magistralmente por nuestro Tayta, orgullo de nuestra Nación Chanka y referente local y mundial: José María Arguedas, en su cuento “El sueño del Pongo”. De igual modo hemos dado respuestas seculares, bajo este mismo signo negativo y colonizado, como fue el movimiento contracultural del Taki Onqoy, impugnación ideológica recreada a través del sincretismo cultural, “Enfermedad del Canto” del que ya tenemos respuesta para su respectiva curación.
Pasamos por un ignominioso proceso de blanqueamiento de la piel, previo shock mental provocado por la invasión foránea, generando una amnesia que perdura por más de 500 años, condición para imponer un tipo de poder ajeno a nuestra realidad. En este escenario es visible la atrocidad perpetrada por los extirpadores de idolatrías evidenciadas en las fracturas y la desaparición de símbolos y creencias, en un claro intento de romper la secuencia de transmisión de nuestra cosmovisión, superponiendo una cultura ajena, originando así la distorsión de nuestra continuidad como civilización. Todo hecho provocado tiene una señal como respuesta, y es el Taki Onqoy (originado en Soras-Andahuaylas) la respuesta cultural, provocando el movimiento liderado por Juan Choqñe en el que se pone de manifiesto el ingenio popular recreando subliminalmente nuestros símbolos en los símbolos del invasor (sincretismo cultural) y que hoy son los símbolos con el que empezamos a recrear nuestra memoria histórica bajo la esencia y sombra de nuestra identidad.
ANDAHUAYLAS PRESENTE EN LA HISTORIA
EL ARCAISMO ALANISTA
OCHA
Provenimos de una gran Confederación denominada CHANKA, su grandeza resplandece en los aportes desde la formación económica evidenciada en el control de pisos ecológicos, la agroastronomía y las huacas como formas de manejo del tiempo y del espacio, presentes en sus Apus mayores como Sondor, Timani, Achanchik. Aportes en la medicina, siendo evidentes en los restos de cráneos en el que se aprecian suturas, pero lo que más llama la atención es el manejo de la técnica de disecación de vísceras. Huellas como la de Curamba, los Petroglifos de Llamachayok, su gran megabiodiversidad, etcétera, son en esencia la pétrea presencia de nuestra memoria histórica de lo que hemos sido ayer y hoy, sigue presente, como muestra de la capacidad de proyectarnos desde la tradición y responder a una modernidad uniformizante y hegemonizadora que se nos presenta como presente y futuro, camino a un antropocentrismo deshumanizante. Pasamos por una etapa de resistencia encarnada en el Taki Onqoy (originado en Soras-Andahuaylas) la respuesta cultural, provocando el movimiento liderado por Juan Choqñe.
Llegamos a la época republicana criolla, depositaria y heredera de la colonia, representada por la clase criolla, usurpada e invadida por el alma del invasor, dejando las condiciones materiales y espirituales sintetizadas en el color de la piel, recreada a través del linaje (apellido), reproduciéndose a través de la herencia o el testamento permitiéndoles seguir siendo los dueños de tierras ajenas. Es la clase que dicta los destinos de nuestra patria. Utiliza a este Estado, que es funcional a sus intereses, pues está hecho a su imagen y semejanza. Este proceso deja una clara y profunda huella del terrateniente y la presencia del gamonalismo en Andahuaylas, que hasta hoy se puede rastrear la sombra señorial, patrón de ciertos rasgos de conducta en el sector urbano como en las comunidades. Por otro lado es necesario recordar hechos como los que ocurrieron a raíz de las acciones guerrilleras foquistas como las comandadas por Héctor Béjar. Las acciones de toma de tierras directa en las que destaca Julio Cesar Mezich y Lino Quintanilla. Pasamos por la guerra interna y la post guerra, con las respectivas secuelas que hoy son evidentes, heridas difíciles de cicatrizar por la presencia de un Estado que sigue en la lógica de negar a sus verdaderos propietarios el acceso a la satisfacción de sus más sentidas necesidades, recreadas bajo la férula de los socios menores acriollados de Andahuaylas.
El panorama asume otros ribetes ignorados por la clase política tradicional, a pesar de ser un lugar contestario al Estado nacional. La izquierda contrariamente de ser el depositario más próximo de las reivindicaciones del sector popular, no asume los nuevos retos, superpone el discurso ideológico carente del contenido cultural, a una nueva realidad en la que aparece un nuevo actor que hasta el momento no aparecía con un proyecto propio, negados por una visión fetichista de la historia, sesgando su accionar histórico dentro de la lógica cartesiana, lineal y ascendente, colocando nuestro proceso histórico en una etapa arcaica y que gracias a la presencia foránea, nos hacen creer que ahora somos civilizados. Tremenda falacia, nuestra historia sigue vigente.
Nosotros desde el pasado estigmatizado y vilipendiado, nos levantamos como señal de los nuevos tiempos, nueva aurora cosmocentrista, en el que la piedra angular son las prácticas y organizaciones comunitarias la esencia del tejido civilizatorio alternativo.
EL ARCAISMO ALANISTA
A PROPÓSITO DE BAGUA Y EL RECUERDO DE YEHUDE SIMONS
El gobierno aprista liderado por Alan García, a propósito de Bagua demostró su política fascista, que a falta de ideas utilizó la fuerza, en este caso, la metralla ante un pueblo que no ha puesto en venta su territorio, ni a hipotecado su dignidad, como es característico de los gobernantes que han accedido al Estado colonial, defensor de los intereses de las grandes transnacionales, que al pretender implementar una serie de leyes en contra de los intereses no solo de nuestros hermanos de la selva, atentan con nuestros andes, nuestras aguas, nuestro subsuelo, nuestras riquezas, cometiendo los execrables hechos, que ahora callan en todas las voces la clase política tradicional, para ello cuentan con el silencio cómplice de los medios de comunicación, quienes vienen sembrando columnas de humo para tergiversar los hechos y al unísono llaman a defender la defensa de la “democracia”, ¿qué democracia?. Urge aclarar lo que es la democracia para el pueblo. Pero el problema va más allá, es atentar con la forma de vivir de los pueblos, ya que el territorio es inherente a la cultura.
El oficialismo ha tratado de encubrir todos estos actos tras una supuesta superioridad argumentada desde la racionalidad occidental, al tildar como actos de barbarie y salvajismo, por parte de Alan García, recurre a un supuesto arcaísmo colocando en un estadio inferior a los pueblos que habitan nuestra amazonia. Esta visión sesgada, en el fondo esconde la visceral intolerancia racista y una visión fetichista de la historia que pinta de cuerpo entero a los herederos del estado espurio, herencia colonial administrada por la oligarquía criolla, que no es funcional a nuestras reales condiciones materiales y espirituales y que en la actualidad representa Alan García y compañía, que no hace más que recrear el carácter colonial del Estado y la forma del ejercicio del poder, en una nación de naciones, siendo obvio la presencia de las diversidades culturales, cada una con sus propias especificidades o identidades que no se manifiesta en el Estado actual, originando crisis de representatividad, por la naturaleza misma del sistema. Anula todo intento de diálogo de culturas expresadas a través de sus identidades, por ende desde sus diferencias. Es que la particularidad de la lógica occidental, es interpretar los hechos históricos de forma lineal según el concepto newtoniano (superado por la física actual de la mecánica cuántica, es decir, la relatividad, el principio de entropía, caos, desorden), donde las supuestas superioridades clasificadas a partir de lo simple a lo complejo, ha servido y sirve aun en la actualidad para argumentar ideológicamente el proceso de colonización de la historia en los pueblos, que opera descontextualizando los hechos históricos para así ser funcional en cualquier tiempo y espacio.
Esta visión de la historia tiene un propósito ideológico, sirve para implementar la cultura universal, la hegemonía económica en el mundo, por lo tanto justifica a los gendarmes del mundo (países desarrollados) poniendo “orden” y disciplina al rebaño (países subdesarrollados o en todo caso para que suene moderno y no despectivo “países en vías de desarrollo) colocándolos en épocas arcaicas o inferiores por obra y gracia de la concepción de una supuesta cultura universal como fin, y que su actual atraso es por culpas propias de no seguir el paso marcial que exige la “civilización única” y que lo único que nos queda es “integrarnos” al sistema con el agravante de quedar fuera, es decir, en la “barbarie” o en la época del “salvajismo” y resignadamente para los pueblos “atrasados”, es seguir el camino trazado por la tecnología, que en el fondo no es más que el instrumento que necesita el gran capital para justificar el camino de la construcción hegemónica de la monocultura. Esta es la práctica de los supuestos civilizados que están al frente del gobierno actual y toda la clase política colonizada que medra del poder actual colocando por delante el fetiche de la “modernidad” aunque para eso tengamos que poner en barata nuestra biodiversidad, territorio y todo aquello que pueda ser apetecible a la voracidad civilizatoria y así ser sujetos aptos de las “bondades” de la inversión.
Es esta miopía de las que padecen nuestros gobernantes, que se postran ante el gran capital, para muchos como la única opción a seguir, aunque para eso haya que sufrir un cambio drástico de metamorfosis neuronal, es decir, el paso obligado de la juventud a la senectud, tal parece ser el caso del expresidente del consejo de ministros Yehude Simons, dejando su pasado vergonzante y el recuerdo de su paso por la cárcel para purgar culpas por ser un incomprendido e inmaduro joven que se puso al margen del sistema y que al final sintetizó en su proceso de maduración, las bondades del sistema. Y habría que imaginarse haciendo comparsa ideológica con la derecha ultra conservadora y reaccionaria. Tremendo cambio para un renegado y regenerado por el sistema. La prueba de ese cambio son las declaraciones hechas ante los medios de comunicación social, que sin ambages de un lúcido ideólogo fermentado en las canteras de la izquierda termina madurando en la casa de Pizarro, y con aire virreinal en la misma tónica alanista y demostrando su racismo encubierto en el discurso racionalista de corte cartesiano, ahora pretende dar muestras de esa lucidez cuando declara: “cada minuto que pasa podemos confirmar que ha habido un complot contra la democracia, contra el gobierno y contra los peruanos”. Hay una necesidad histórica de develar lo que es la democracia. Según Yehude, entiende la democracia como abstracción de la demarcación convencional del territorio peruano, asociado a los argumentos de una práctica democrática que justifica la apropiación de la riqueza por unos cuantos en detrimento de la mayoría, legitimado jurídicamente, en el que el espíritu de la ley tiene como sustento la propiedad privada, piedra angular en la que se sostiene la ciudad estado. Es el tipo de democracia de las minorías que concentran las riquezas a las que defiende Yehude, dejando al otro lado a la mayoría informal, a los marginados, a los excluidos. Obvio el sistema productivo por su naturaleza excluyente no puede absorber a todos ya que el fetichismo de occidente (encarnado en Yehude) no solo se manifiesta en la historia, sino en todos los niveles (económico, ideológico, político y cultural). Esa es la tremenda operación mental de Yehude que al no poder interpretar a los habitantes de la selva, simplemente los ignora por el hecho de no ser el correlato de la democracia que ahora él entiende.
Urge el clamoroso llamado a la solidaridad y cerrar filas, frente a estos hechos que no pueden quedar en la impunidad, con el riesgo de ser absorbidos por el juego mental de la amnesia. Maquivélica estrategia para recrear el sostenimiento del Estado colonial con su correspondiente instrumentalización del ejercicio del poder, aunque para ello los asalariados políticos criollos, colonizados por los capitales de las grandes transnacionales, tengan que implementar abiertamente la política fascista, intrínseco en estados ciudad, por su carácter y naturaleza, han sido creados desde sus orígenes, como instrumentos que permite ejercitar la violencia para resolver las contradicciones de clase (ver el expansionismo belicista de occidente). Por consiguiente, es un aparato que tiene la capacidad de concentrar la violencia y eso se ve reflejado en la forma de ejercer el poder para resolver sus contradicciones irreconciliables, es decir a través de la violencia. Ejemplos los tenemos por doquier, el caso reciente de Palestina, Irak, o las célebres derrotas del US ARMY en las tierras de Vietnam, Cuba, etc. con todo el armamento sofisticado. Elemental hay violencia ejercida por parte del Estado para resolver sus contradicciones, en contra de la resistencia por parte de los agredidos. Por lo que llamamos a los que habitamos en estas tierras del Abya Yala, a su defensa no solo de sus territorios y lo que está materialmente dentro de ella, es la subjetividad manifiesta en sus sueños, sus esperanzas, sus formas de construir sus mitos, sus leyendas, sus tradiciones, su forma de concebir el mundo, es decir, sus formas de vivir, su cultura. En esto estamos comprometidos todos a defenderla de todos los sátrapas demagogos, que fungen de gobernantes. Si hacemos esto, estaremos listos para enarbolar la tarea histórica. Escribiremos nuestra propia historia. Seremos nosotros mismos.
Taki Onqoy